Hubo un tiempo en que el placer de gastar sin contar era el principio de una sociedad de consumo próspera. Hoy en día, el estilo de vida ha dado un giro de 180 grados, hacia la búsqueda máxima de la economía. ¿Por qué se ha llegado a este punto y cómo podemos conseguir ahorrar dinero?
¿Por qué tenemos que ahorrar hoy?
La respuesta parecerá obvia para la mayoría, pero si se examina con más detenimiento se vuelve más complicada de explicar. De hecho, las razones por las que tenemos que apretar la cartera no siempre son tan evidentes. Muchos de nuestros predecesores han vivido bien sin privarse demasiado.
Sólo que está claro que el nivel y las condiciones se han inclinado de un extremo a otro a lo largo de las sucesivas décadas.
La tecnología ha desempeñado un papel importante, y aunque ha permitido mejorar bastante la calidad de vida, también ha contribuido a aumentar los gastos de funcionamiento. Esto comenzó con la popularización de la electricidad, que ahora representa la mayor parte de las facturas de los hogares.
Con la explosión del número de máquinas y aparatos eléctricos en uso, el consumo de energía pesa mucho en el bolsillo de todos, tanto en la vida familiar como en el trabajo. A continuación se exponen algunas de las razones que pueden convencer a la gente de adoptar un estilo de vida económico.
En primer lugar, el gasto energético en electricidad es uno de los principales responsables de los trastornos medioambientales. En efecto, el innumerable número de máquinas y aparatos eléctricos que funcionan las 24 horas del día en todo el mundo acaba por agotar nuestro planeta, con los diversos tipos de contaminación que se producen.
La principal razón para ahorrar es, por tanto, lograr un objetivo responsable con el medio ambiente. Al utilizar menos los aparatos eléctricos, das literalmente un respiro a la naturaleza.
En segundo lugar, y en relación con este convenio de respeto al medio ambiente, la Ley lo exige ahora. Obviamente, con la aplicación de la Ley RT 2012, las nuevas construcciones deben seguir ahora unas normas de aislamiento drásticas para conseguir este ahorro. Los edificios antiguos tampoco son una excepción, aunque se benefician de un cierto umbral de tolerancia, en relación con su estado.
Por ejemplo, es lógico no imponer una instalación decididamente moderna en un edificio protegido para no desvirtuarlo. Sin embargo, esta clasificación no exime a los propietarios o responsables de adoptar las medidas oportunas para seguir cumpliendo la nueva normativa.
Por último, también se puede plantear una última razón lógica. Ahorrar dinero significa dejar de gastar innecesariamente una gran parte de su dinero en un solo ámbito. En este contexto, se trata del consumo de electricidad, y no optimizar el uso de sus aparatos le costará caro en el verdadero sentido de la palabra.
Por otro lado, nadie negará el placer de encontrar un determinado presupuesto para destinarlo a otros proyectos, tras adoptar este nuevo principio basado en el ahorro de energía.
¿Cómo conseguir ahorrar?
Si el principio es convincente, ponerlo en práctica es otra cosa. El cambio de hábitos puede llevar algún tiempo antes de que se asimilen completamente los nuevos procedimientos. Para facilitarlo, se vuelve a recurrir a la tecnología, con la popularización de las casas conectadas.
Estos nuevos tipos de viviendas son ahora las armas perfectas en la lucha contra el consumo excesivo de energía. Las siguientes formas de trabajar le muestran cómo puede aprovechar este activo y conseguir ahorros con el menor esfuerzo.
En primer lugar, el casa domótica se define como un hábitat dotado de los últimos avances tecnológicos que pueden facilitar su vida diaria, y que se agrupan en lo que se denomina domótica. Así equipada, su casa le ayuda a su manera, evitando tareas repetitivas y que consumen mucho tiempo, como abrir puertas, encender o apagar luces, entre otras operaciones mundanas.
Pero, sobre todo, le ayuda sin duda a reducir su factura de electricidad, al intervenir en las diferentes fases de encendido y apagado de sus aparatos.
Para poner un ejemplo concreto, el calefactor eléctrico generalmente representa más de la mitad de su consumo de energía y, por tanto, más de la mitad del importe que aparece en la parte inferior de su factura. Y con razón. Para evitar acciones molestas y repetitivas, la gente tiende a dejar el sistema de calefacción encendido todo el tiempo, confiando en que el termostato u otros sistemas de corte de energía apaguen la mayor parte del funcionamiento. Lo mismo ocurre con los electrodomésticos que la mayoría de la gente deja en espera, ya sea por negligencia o por ignorancia. Es importante saber que un aparato en espera sigue consumiendo electricidad. Por pequeño que sea en términos horarios, semanales, mensuales o anuales, este consumo sigue sumando una gran parte de la factura.
Así que, para ponerse en el espíritu de los tiempos y adoptar una actitud eco-responsable, la domótica puede ayudarle a conseguir su objetivo de ahorro. Aunque la tecnología sigue siendo el principal motor de todas estas reformas, también se puede utilizar para cumplir las normas.
De hecho, ahora te permite programar todas las pequeñas rutinas que has acabado olvidando. Con la instalación de los equipos necesarios y el uso de las herramientas correspondientes, podrá automatizar todos los procedimientos que han perjudicado inconscientemente a su cartera.
En lugar de tener la calefacción y los electrodomésticos permanentemente conectados, la domótica se encarga de encenderlos y apagarlos según las necesidades, de acuerdo con su ritmo de vida. Incluso puede añadir más con equipos inteligentes, como el detector de presencia que se enciende cuando entra en una habitación y se apaga en cuanto sale.
Por último, la guinda del pastel es la posibilidad de controlar todas estas operaciones a distancia. Si te olvidas de apagar el aire acondicionado del salón mientras estás en la oficina, sólo tienes que utilizar la aplicación instalada en tu smartphone para apagarlo.
Así se ahorra el viaje extra.