La calefacción de aire moderna funciona con pellets o gránulos que actúan como combustible. Los pellets fabricados a partir de residuos agrícolas o de madera son una verdadera fuente de energía. Además, 200 g de pellets producen 1 kW de energía térmica. Sin embargo, algunos criterios fundamentales reabren por completo el debate sobre el consumo.
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Calidad del pellet
Independientemente de la temporada, tener en cuenta el tipo de cartucho marca la diferencia en el consumo.
Los pellets fabricados a partir de serrín están clasificados entre los mejores por las etiquetas de certificación. Además, en Francia, el PCFE aprueba estos pellets como productos de alta gama. Se pueden reconocer por su ceniza gris una vez que están bajo el fuego.
Aparte del residuo, el color dice un poco más sobre la calidad del producto. Los pellets de aspecto oscuro y los parcialmente manchados son de calidad media.
Y finalmente, cuando el color es más o menos negro, no es un producto muy interesante. Además, el pellet bueno se quema más lentamente que los otros. Y además de que es menos sucia, tiene un mejor valor calórico.
Eso sí, desprende tanta energía como los demás. Por lo tanto, se ahorrará unos cuantos kilos de más si aprovecha estos productos certificados.
Tamaño y composición natural
Los pellets pequeños sin aditivos suelen ser robustos. Son ejemplares de menos de 3 cm de longitud y tienen una resistencia al impacto superior al 90 %. Extremadamente denso, este tipo de producto optimiza la eficiencia del horno con su cuota de más de 5 kW/kg.
Por otro lado, los gránulos recubiertos con enmiendas del suelo u otros componentes químicos son menos interesantes. Proporcionan alrededor de 4,2 kW/kg y son contaminantes. Sin embargo, se necesitan más pellets para producir el mismo nivel de energía que el primer tipo.
Así, la diferencia de consumo entre estos dos tipos de pellets es visible. Ya que, además de los 1000 kg de pellets que se gastan en invierno, se necesita un 18% más si se adoptan productos con aditivos como combustible.
La densidad de la madera
Para reconocer la densidad del gránulo, es posible probarlo. Para ello, se sumerge una varilla de sellado en un tarro medio lleno de agua. Si se desliza hacia el fondo rápidamente, significa que hay un buen producto.
En cambio, si flota y se hunde muy lentamente, la densidad no es correcta. Esto tiene un impacto indirecto en la potencia de una caldera a través de un buen o mal pellet .
En relación con el aislamiento
Una casa bien aislada almacena más calor y cuanto mejor se mantiene la temperatura, menos pellets se necesitan. Sin embargo, la mayoría de las casas tienen entradas de aire por todas partes, como ventanas y puertas con fugas.
Estos actúan como un intercambio de calor entre el frío del exterior y el calor del interior de la casa. Esto supone una fuga de energía al mismo tiempo. En este caso, el sistema de calefacción tiene que compensar el calor expulsado mediante más pellets.
En el caso de un aislamiento estándar, el consumo mensual de pellets para una superficie de 100 m2 es de 850 kg, frente a sólo 550 kg en una casa bien protegida. Como la temporada de invierno dura tres meses, hay que multiplicar las cifras por tres para deducir el consumo invernal de pellets.
Este cálculo es válido siempre que la superficie a calentar tenga menos de 3 m de altura. Por encima de este límite, el valor ya no es el mismo.
En relación con la calefacción
La naturaleza de la calefacción también determina la cantidad de combustible a utilizar. Cada aparato se clasifica según la potencia que proporciona. Cuanta más energía desprende, más pellets utiliza. Aunque los más codiciosos se calienten, hay que vigilar de cerca su contador. Dicho esto, cabe esperar 2,5 kg de pellets por hora para un modelo capaz de generar unos 11 kW de potencia. Por otro lado, para un modelo estándar que genere 1 kW, entre 200 y 240 g de pellets son suficientes para que funcione durante una hora aproximadamente. Buscar en una mejor estufa de pellets Por lo tanto, puede ser necesario en la situación en la que se utiliza a menudo.
Según la frecuencia de uso
Supongamos que el aparato está encendido durante 6 horas al día, cuando toda la familia está presente en el hogar. El consumo es de 6 x 200 g/día o 1,2 kg/día. En una semana sube a 8,4 kg.
En un mes, la cifra ronda los 250 kg. Y en un año, el consumo de pellets alcanza la marca de 3000 kg o 3 toneladas. Así, si la chimenea se calienta durante 8 horas al día durante el invierno, su gasto en pellets durante estos tres meses será de aproximadamente 1 tonelada.
Cuando el precio de los pellets fluctúa
Las fluctuaciones de los precios afectan directamente al consumo de pellets. Si el precio del combustible sube, el consumo en general se debilitará. La gente prefiere compensar disminuyendo su volumen diario, en lugar de gastar más en la misma cantidad de material.
Los afectados se verán afectados por una diferencia de precio considerable. Teniendo en cuenta que 15 kg valen 6 euros. Y 1500 kg cuestan 600 euros entonces, 3 t que representan el consumo anual valen 1200 euros. Y más que un aumento del 25%, el gasto sería entonces de unos 1500 euros: una diferencia de precio de unos 300 euros.
A esto se añade el hecho de que otros consumibles, como el gasóleo de calefacción o el gas, representan la mitad de la proporción de pellets en el mismo periodo de consumo. Pero no sólo se duplican las cantidades.
El precio del primero también supera al del segundo en unos pocos euros.
