Desde hace algún tiempo, el futuro del glifosato está entre paréntesis. Se trata de una molécula creada en la década de 1970 y se considera el producto más eficaz para eliminar las malas hierbas en las zonas agrícolas. Inventado por Monsanto, una empresa agroquímica estadounidense, está ahora en el punto de mira porque se sospecha que provoca cáncer en los seres humanos.
Este informe fue publicado por la IARC o Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer en marzo de 2015. El debate es intenso y hay opiniones divergentes entre agricultores y científicos sobre sus efectos reales y el cese de su producción y uso.
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Historia del glifosato
El glifosato se descubrió en 1950. Fue elaborado por el químico suizo Henri Martin, en el seno del laboratorio farmacéutico Cilag. Conocida inicialmente con el nombre de N-fosfonometilglicina, la molécula aún no había encontrado su lugar en el campo farmacéutico.
A continuación, la fórmula se vendió a otras empresas interesadas para las fases de prueba. Fue en 1970 cuando Monsanto, a través del Dr. John Franz, descubrió el potencial del glifosato como potente herbicida. Por ello, el investigador se embarcó en un estudio en profundidad de los compuestos derivados.
Esto permitió obtener resultados concretos sobre el control de las malas hierbas perennes en los campos de cultivo.
Posteriormente, Monsanto patentó el glifosato con el nombre de su producto estrella: Roundup®. Su comercialización comenzó en 1974, primero en Malasia y luego en el Reino Unido para el trigo. En Estados Unidos, su uso se destinaba únicamente al control de las malas hierbas en zonas no agrícolas.
Al ser utilizado, se solicitó para el mantenimiento previo a la cosecha en plantaciones de cereales y oleaginosas.
Marketing masivo
Una vez comercializado, el Roundup® se convierte en el herbicida más popular entre los agricultores y propietarios de campos por su eficacia. En 1980, incluso se clasificó como el producto más vendido de su clase. En este sentido, el investigador John Franz recibe la U.
S. Medalla Nacional de Tecnología en 1987.
La patente del glifosato de Monsanto expiró en 2000. Desde entonces, varias empresas lo ofrecen en sus diversos derivados bajo una variedad de nombres, registrados en Europa para su uso en tierras de cultivo. La molécula está ahora al alcance de todos.
Además, las soluciones que contiene son accesibles a todos los presupuestos.
Imprescindible para algunos agricultores
El glifosato sigue siendo demandado por los agricultores por su innegable eficacia. Es un producto que se deshace de todo. Puede utilizarse para controlar las malas hierbas, los cardos y las plantas perennes, entre otras cosas. Es un tratamiento necesario para el trigo, la cebada, los cereales y otros cultivos de estas especies.
Su cultivo implica a veces una gran cantidad de malas hierbas que hacen que su paso al molino sea complicado y a menudo no menos rentable.
Los procedimientos para su uso siguen siendo sencillos. Además, es lo que más atrae a ciertos usuarios. Esta solución puede utilizarse en cualquier momento, antes, durante o después de la cosecha. La molécula funciona de la siguiente manera: se instala en el sistema central de las plantas para destruirlas desde dentro, dice un científico.
En otras palabras, no selecciona el tipo de plantas.
Consecuencias cuestionables
Aunque la población no se vea directamente afectada por la exposición ante una pulverización de glifosato, sí lo está, según los resultados de varios estudios realizados por investigadores. De hecho, según sus conclusiones, como la del «Commissariat général au développement durable», los resultados muestran que se han encontrado residuos de plaguicidas y otras sustancias procedentes de herbicidas, en particular el glifosato, en el 53% de los cursos de agua representativos.
También señalan la importante tasa de presencia de estos elementos nocivos en las aguas superficiales en comparación con las subterráneas.
Organizaciones como varias asociaciones han realizado otros estudios. Han realizado investigaciones dietéticas basadas en análisis de cereales y lentejas. Las observaciones y los resultados se encontraron en unas 30 muestras, la mitad de las cuales contenían glifosato.
La asociación también estudió la orina de una treintena de sujetos. Las personas afectadas viven en zonas urbanas y agrícolas. Las conclusiones son formales en el 100% de las muestras, se encontraron residuos de glifosato.
En marzo de 2015, el Circ o Centro Internacional de Investigación sobre el Cáncer comenzará a trabajar en el tema. Afirma que el proceso clasificado como herbicida tendría probables efectos cancerígenos en los seres humanos. A diferencia de la raza animal, que está expuesta al riesgo de cáncer, el ser humano podría encontrar daños en su metabolismo genético (ADN) y en sus células.
El Circ lo subraya en su informe.
Un futuro incierto para el glifosato
Sin embargo, según algunos médicos, deberían desarrollarse más investigaciones. Los riesgos reales del glifosato, incluso en dosis bajas, siguen sin estar claros para los consumidores. En general, la molécula se asocia con otros componentes de los herbicidas, lo que, según los investigadores, probablemente provocaría un efecto «cóctel».
Por su parte, Monsanto replica con publicaciones basadas en un documental filmado en 1978 por la periodista Marie-Monique Robin, titulado «El Roundup ante sus jueces». La empresa estadounidense explica que el glifosato no es tan tóxico como la cafeína o la sal.
Si bien la «toxicidad» de esta solución sigue siendo objeto de debate entre las agencias y organizaciones especializadas en la materia, todavía no existen alternativas satisfactorias para sustituir esta sustancia. Los agricultores que se han separado del producto han visto disminuir considerablemente sus rendimientos.
Para otros, dejar de usarla parece difícil por el momento, a pesar de las advertencias contra su uso excesivo. Y no se les puede culpar.