La dureza del invierno vuelve irremediablemente cada año. Afortunadamente, la existencia de un sistema de calefacción es una solución que permite afrontar cómodamente este periodo. Sin embargo, es necesario realizar algunas operaciones útiles, como la purga, para disfrutarla con serenidad. Pero hay que saber cómo y cuándo realizar esta operación.
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Preparando la purga
La temporada de frío siempre trae su cuota de inconvenientes. Además de la necesidad de abrigarse con ropa adecuada, las enfermedades leves pueden afectarle, como la clásica gripe o los resfriados. También pueden reaparecer manifestaciones más graves de enfermedades crónicas, como el reumatismo.
Para superar estas decepciones, se han diseñado e implementado diversas soluciones de calefacción para hacer frente a este rigor de la mejor manera posible .
Desde la chimenea de las cabañas de paja, la época actual se beneficia de la versión más avanzada de los métodos para mantenerse caliente, representada por el radiador. Sin embargo, nada es perfecto en este mundo, y hay que tomar ciertas medidas para obtener la mayor eficacia y eficiencia de los equipos instalados.
Por lo tanto, es útil realizar un mantenimiento regular para optimizar el rendimiento.
Además, no es difícil purgar el radiador, puede hacerlo usted mismo. Por definición, esta operación consiste en eliminar la presencia de aire atrapado en el equipo, que impide su funcionamiento óptimo.
Equipo necesario
Sabiendo que no va a realizar una operación de mantenimiento en profundidad, no necesita las diversas herramientas especializadas que utilizan los técnicos de calefacción profesionales. Unas cuantas herramientas rudimentarias pueden ser suficientes, empezando por un destornillador. Independientemente del tipo de equipo que tenga, el sifón suele ser un simple tornillo que hay que abrir y cerrar.
Sin embargo, para algunos modelos más antiguos, es posible que necesites unos alicates. Esta herramienta es útil para sangrar el radiador de hierro fundido .
Para los modelos más nuevos, el método sigue siendo el más práctico, con la integración de un purgador automático del radiador que simplemente se activa para realizar esta operación. Por último, los modelos más antiguos, sobre todo en instalaciones de edificios antiguos, pueden requerir herramientas especiales.
En este caso, tendrá que llamar a profesionales que sabrán cómo quitar un tornillo que ya no tiene cabeza. En cualquier caso, también tendrá que proporcionar un recipiente para recoger el agua. Debe salir una cantidad mínima de líquido para confirmar la eficacia de la operación.
¿Cómo purgar un radiador?
Aunque la expresión indica términos bastante técnicos, no es necesario ser un especialista en la materia para realizar esta operación. Unos cuantos consejos de bricolaje y las herramientas adecuadas pueden ayudarle a eliminar el aire que impide que su radiador funcione correctamente.
– Fundamentos del procedimiento
Una vez preparado el equipo, es decir, un destornillador, unos alicates y un recipiente para recoger el flujo de agua, sólo hay que seguir unos sencillos pasos para purgar el radiador. No es necesario apagar la fuente de alimentación central, sin embargo, debe asegurarse de que tiene un radiador frío para proceder.
Comience por localizar la válvula de purga. Según el modelo, puede representarse de varias maneras, pero en los equipos más recientes se trata de un simple tornillo con un contorno protector. En el caso de otros tipos más antiguos, es posible que se encuentre con un sistema mucho más antiguo, que puede requerir una llave de drenaje del radiador.
No obstante, puede utilizar unos alicates para aflojarla sin ningún problema.
El segundo paso es abrirlo con el destornillador y dejar salir el aire atrapado en el circuito. Hay dos maneras de comprobar que este paso se realiza correctamente. En un primer momento, escuchará un silbido causado por la liberación del gas, hasta que el agua comience a fluir.
En esta opción, ya estaba junto a la apertura. En el otro caso, tendrá una salida de líquido a presión, con o sin formación de burbujas, seguida del famoso silbido que indica la salida de aire, antes de que se reanude el flujo de agua.
Esta situación explica un poco más la presencia de cuerpos gaseosos en los diferentes conductos de su instalación.
– Casos especiales
Esta técnica básica se refiere a un aparato que está en condiciones normales de funcionamiento y al que sólo se le realiza un mantenimiento rutinario. Sin embargo, algunas situaciones distintas pueden requerir a veces operaciones mucho más específicas. Es el caso, por ejemplo, de notar un radiador frío en la planta baja o de realizar un cambio de piezas, entre otras cosas.
Si se encuentra con el primer caso, es decir, un equipo que sólo se calienta en la parte superior del radiador, es posible que tenga que considerar el drenaje del radiador. La operación es la misma que para el vaciado, salvo que hay que cortar la conexión con el sistema central para concentrarse sólo en cada equipo en cuestión.
Durante este paso, debe eliminar por completo el agua del equipo y, a continuación, sustituirla por un nuevo líquido. Esta fase puede requerir a veces el desmontaje del calentador para facilitar las operaciones de limpieza y reacondicionamiento.
También puede necesitar herramientas más adecuadas, por ejemplo, para quitar o poner una cabeza de válvula.
En otro contexto, cuando un radiador ya no calienta de forma uniforme, puede ser necesaria una operación de desinstalación. La suciedad puede acumularse en la parte inferior del radiador e impedir que el agua circule, de modo que el agua sólo se mueve en la zona superior.
En este caso, hay que vaciar el circuito de calefacción. Los lodos pueden provenir de varias fuentes, como las incrustaciones debidas a la dureza del agua, o el óxido en las tuberías de suministro y circulación.
Por lo tanto, debe desmontar el radiador de hierro fundido, que es el más susceptible de sufrir esta situación.
Recomendaciones específicas
Finalmente, cuando hayas recuperado el equivalente a un vaso de agua, puedes cerrar el tornillo de purga del radiador. A continuación, puede utilizar su radiador con normalidad, en el marco de un mantenimiento clásico, sin ninguna particularidad que denunciar. Sin embargo, si ha tenido que realizar operaciones más complejas, debe asegurarse de reinstalar el equipo en el sentido correcto del circuito, para que el reinicio sea correcto.
Por ejemplo, el sentido de apertura de la válvula puede ser una fuente de mal funcionamiento en caso de error de montaje.
Si tiene varios aparatos en su casa, es importante saber purgar los radiadores en cualquier orden, para no perder tiempo trabajando dos veces en el mismo punto. Para ello, se recomienda ocuparse primero de los equipos situados más cerca del radiador de calefacción central…y terminan con el que más se aleja de él. Esto restablecerá el equilibrio entre todas las posiciones y aumentará las posibilidades de conseguir eliminar por completo cualquier burbuja de aire recalcitrante.
Además, es aconsejable comprobar la presión en el circuito después de la purga. Normalmente, el manómetro debe mostrar un valor de 1 a 1,5 bares en frío, y un máximo de 2,5 a 3 bares en caliente. Si la lectura es baja, debes añadir más agua, porque parte de ella se habrá perdido al salir el aire o durante el vaciado.
La apertura para esta operación suele estar en la parte inferior del radiador.
¿Cuándo hay que ocuparse de los calentadores?
Ahora que sabes cómo purgar un radiador, también debes saber cuándo hacerlo. Según la ley, se recomienda realizar el mantenimiento del sistema de calefacción en cada hogar. Esta es una obligación que debe cumplir, y sangrar el radiador del sistema de calefacción colectiva es aún más importante si quiere obtener la cuota óptima de calor en pleno invierno.
De hecho, purgar los radiadores antes de que llegue la temporada de frío es la mejor manera de evitar tener que realizar obras cuando se necesite utilizar el aparato a pleno rendimiento.
No obstante, además de este procedimiento sistemático, debe purgar el radiador si detecta alguna anomalía en el funcionamiento. Por ejemplo, puede notar ruidos durante el funcionamiento, lo que suele significar que hay gas moviéndose por el sistema.
A pesar de un mantenimiento adecuado, una toma de aire puede persistir. Hay varias razones para ello, como cambiar una válvula del radiador sin vaciar el sistema. Afortunadamente, la operación para remediar esta situación es sencilla.
En una situación mucho más grave, puede notar una distribución desigual de la calefacción durante el periodo de funcionamiento. Esto puede ser el resultado de una acumulación de suciedad en una parte específica del equipo, que debe ser drenada lo antes posible.
De esta manera, podrá beneficiarse de más calor, asegurando la longevidad de la unidad, y evitar el uso excesivo de la unidad de manera inapropiada y que consuma energía.